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Foto del escritorCeliem celiem@celiem.org

Ser mipyme es orgullo, empoderamiento y trabajo



 

“Ser propietaria de una microempresa significa orgullo, empoderamiento, trabajo, perseverancia; significa ser mujer porque la mayoría de pequeñas empresas a cargo de una mujer están en sus casas. Con mi trabajo, represento a muchas mujeres y madres que no pueden salir a trabajar y deben hacerlo desde la casa", con ese sentimiento iniciamos una conversación llena de superación con Mónica Gamboa, propietaria de la microempresa El Burío, en el marco del Día de la Mipyme.


Esta empresaria forma parte de la comunidad de emprendedores de Celiem, gracias al acompañamiento empresarial recibido durante el programa: “A mamá le tengo fe”, de Fundación Monge.


Para Gamboa, es un gran orgullo poder liderar esta mipyme, salir adelante y darle de sustento a más personas por medio del Burío, una empresa ubicada en Oreamuno de Cartago, donde elaboran productos con tintes naturales o impresión botánica mediante técnicas indígenas y ancestrales costarricenses que está tratando de recuperar y así también contar un poco de historia y biodiversidad a través de texturas, colores y olores. Actualmente, genera siete empleos indirectos.


El crecimiento de su empresa ha sido notorio tras el acompañamiento y apoyo recibido al incrementar su capacidad productividad y alcanzar clientes estratégicos del sector hotelero y turístico que compran a precios importantes sus productos.


Planificación y compromiso


Cuando fue seleccionada en el programa se propuso aprovechar la oportunidad al máximo "porque son espacios que se viven solo una vez". Al iniciar el proceso con los gestores empresariales de Celiem y aliados de Grupo Monge, Gamboa logró articular un equipo muy efectivo: “Yo me comprometí mucho, y logramos hacer una estructura de costos muy fuerte, un presupuesto anual alcanzable; avancé en procesos de formalización como el registro pyme, ordené la parte administrativa y conseguí objetivos que no había logrado”.


Gracias al programa y al apoyo de Fundación Monge, logró la remodelación y ampliación del taller. Anteriormente era de 3x3 metros cuadrados, pero lo cambiaron por uno de 7x3 y le facilitaron herramientas para la producción. Anteriormente su capacidad productiva manual era de cinco camisetas, pero con el apoyo logró subir a 50 camisetas. Al darse esta mejora, empezaron a contactarla de ferias grandes y llevar un stock de 200 camisetas y no de 20 como sucedía inicialmente. Su inserción en este mercado también le permitió obtener el sello artesanal.


Clientes de alto potencial


“Fue aprovechar el apoyo y el impulso que me dieron. Ya estoy empezando a vender en el aeropuerto, estoy diseñando para los hoteles Four Season y Dreams, y diseñando producto para el Museo del Banco Central. No todo es gracias a mí, también a la gente que está a mi alrededor. Valoré el impulso que me dieron porque antes no hubiera logrado manejar los volúmenes actuales”, acotó la empresaria.


La propietaria de El Burío aseguró que antes del acompañamiento le faltaba estrategia para su empresa, plan de inversión y presupuesto para este año: “Me enseñaron a analizar números, veo la empresa orientada y con rumbo fijo; sé a qué mercado quiero llegar que es el de hoteles y turismo para duplicar el valor de mis productos. Esto lo decidí a partir del análisis de los números. Pienso que el cielo es el límite, yo no quiero una empresa con 500 personas trabajando, pero si puedo generar empleos en la comunidad ya es un apoyo y crecimiento”.


Gamboa invita a otros emprendedores para que aprovechen estos espacios de acompañamiento porque cada curso es diferente, los insta a que tengan apertura para decir lo que no saben y aprovechen estos espacios porque es una oportunidad para crecer.

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